









Y qué si al crecer perdemos de vista quienes somos,
finalmente aparecemos:
Nos creamos,
nos caemos,
y volvemos a crearnos.
Quién dijo que no podía ser placentero.
Por eso soñamos con La Comarca,
ese espacio arrebatado que fue gozoso y doloroso,
un juego: lleno de vida.
A ratos creímos que ya dejaríamos de compartir,
dejaríamos de dar sin mesura,
dejaríamos de sorprendernos con la vida,
pero no:Revivió ese niño oculto
En compañía encontré lo propio
y en mí apareció lo otro…
Quién sabe cuantas vueltas nos dimos;
entre genios y locos
una línea tan sutil para descubrir lo más importante:
Que juntos, en ese espacio que llamamos Comarca, vivimos,
atesoramos fotografías de experiencia:
vacilando, errando, a tientas, a gachas, con la nariz sucia
En fin: aprendiendo,
¿o no es de eso de lo que se trata?Luciano Abarca Valenzuela